lunes, 17 de febrero de 2014

El caudillismo se transforma en presidencialismo





En México, el sistema político se ha consolidado a lo largo de los años de tal modo que se ha favorecido de manera desmedida el exaltamiento de un personaje a manera de individuo todopoderoso en el que convergen virtudes, habilidades y capacidades que le permiten asir y detentar el poder de manera unilateral y por encima de las instituciones que representa: el presidente de la república.



En México el desarrollo de la historia, en particular del último siglo y medio, ha causado que en la práctica no exista nada por encima de las decisiones presidenciales y que no funge únicamente como líder del país, si no como presidente del partido que lo llevó al poder..



Las claves históricas que llevaron a esta circunstancia nos muestran cómo ha habido una transición del caudillismo, y el cambio que existió, a la concentración de poder político que actualmente vivimos.



Aunque distorsionados. podemos rastrear algunos de los orígenes de nuestra situación actual en personajes como Miguel Hidalgo o José María Morelos, líderes sociales y militares  cuyo rol en la lucha independentista ha sido exaltado históricamente y, ha alimentado la figura de aquel en el que se juntan todas las virtudes. Mucho se realzan los logros, reales o inventados de los caudillos independentistas. . Es innegable que su figura histórica sentó las bases para lo que vendría luego en términos de concentración del poder en un individuo.



Agustín de Iturbide es un personaje clave para entender los orígenes del presidencialismo. Iturbide se hizo coronar emperador una vez lograda la independencia de México. Convocó a su corte a la aristocracia de la época, y quiso crear a su modo un imperio criollo, y dio un paso histórico determinante al tomar la decisión de disolver el Congreso. Apenas a dos años de su reinado, tuvo que abdicar a la corona y así dio fin el primer imperio mexicano.



Antonio López de Santa Anna ejemplifica como pocos el absolutismo presidencial. Presidente en diez ocasiones, durante un periodo de extrema turbulencia en la todavía incipiente nación, hizo a su persona objeto de las más disparatadas manifestaciones de honra, con la erección de monumentos autodedicados, el título ya legendario de “Su Alteza Serenísima”, y la no menos recordada pierna, perdida en batalla contra los franceses, que fue enterrada con honores reservados a un jefe de estado.


Porfirio Diaz, revalorado a partir del salinismo y ahora valorado de manera ambivalente es una de las figuras más importantes que dieron raíz al presidencialismo contemporáneo. El simple hecho de la longevidad de su mandato da cuenta del poder concentrado en una sola persona y resulta ejemplo de los peligros de este tipo de caprichos políticos. Sin Díaz, no hubiera habido Revolución, sin Revolución, no hubiera habido PRI; sin PRI, el presidencialismo no sería lo que fue durante el siglo XX, ni habría constituido la escuela que hoy es para la década de panismo en la que hemos visto los resultados más evidentes de los riesgos de la concentración de poder.


Con el surgimiento del PNR, antecesor del PRI, no solamente comenzó el proceso de “institucionalización” de la Revolución, sino que se fue consolidando la fuerza de la figura presidencial. Plutarco Elías Calles destaca como hombre de poder, pues no solo ejerció su mandato constitucional de 1924 a 1928, sino que, a la muerte de Obregón, extendió su poder a través de la operación política abierta por encima del interinato de Emilio Portes Gil y, sobre todo, en el período de Pascual Ortiz Rubio, quien eventualmente renunció al no soportar la injerencia de Calles en su gobierno. El subsecuente interinato de Abelardo Luján Rodríguez representó dos años más de poder político de Calles, y cuando este destapó a Lázaro Cárdenas como candidato presidencial, todo hacía suponer que se trataba de un títere más de su poder. Sin embargo, Lázaro Cárdenas no aceptó la intromisión del expresidente en su gobierno, y terminó expulsándolo del país a Plutarco Elías Calles, para tomar él solo las riendas del país. 


Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, el PNR pasó a llamarse Partido de la Revolución Mexicana, y en 1946 adoptó el de Partido Revolucionario Institucional. A lo largo del siglo se consolidó como el partido de estado, y por siete décadas fue imbatible en las elecciones presidenciales. Durante este tiempo, se fue cimentando un sistema presidencialista en el que el poder se concentró en la persona del mandatario nacional, por encima de instituciones y leyes, llegando al grado en que se consideró “natural” que fuera el mismo jefe del Ejecutivo quien designara a su sucesor, es decir, al siguiente candidato presidencial del PRI.


Estamos, pues, viviendo las consecuencias de dos siglos de caudillismo y presidencialismo en México. Se impone en este momento, vistos los riesgos que esta concentración de poder entraña, y lo poco sano que resulta este modelo para una república, una reflexión sobre la importancia de reformar la institución presidencial, acotar su poder y atribuciones –legales y extraconstitucionales–, y distribuir verdaderamente el control de la nación en los tres poderes y los tres niveles de gobierno que conforman hoy en día nuestro sistema político.


Glosario:

Caudillismo: El caudillismo es un fenómeno político y social surgido durante el siglo XIX en Latinoamérica. Consiste en la llegada en cada país de líderes carismáticos cuya forma de acceder al poder y llegar al gobierno estaba basada en mecanismos informales y difusos de reconocimiento del liderazgo por parte de las multitudes, que depositaban en "el caudillo" la expresión de los intereses del conjunto y capacidad para resolver los problemas comunes. El caudillismo fue clave para la dictadura y para las luchas entre los partidos políticos del Siglo XIX.

Presidencialismo: En el contexto político en el Estado mexicano, bien se puede responder que es la supremacía del órgano Ejecutivo sobre los dos restantes; es decir, el presidente de la República anula a los órganos Legislativo y Judicial y se instituye como la voluntad casi absoluta para el funcionamiento del Estado mexicano.

México: La Historia de su democracia. 1 - De los caudillos a las instituciones
Referencias:
Kutz, Carlos. (2011) Del Caudillo al Presidente. Presidencia 2012. Obtenido de http://presidencia2012.com/sitio/el-presidencialismo-en-mexico/item/los-caudillos-mexicanos-y-el-presidencialismo.html

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